jueves, 8 de abril de 2010

Un lugar para la duda

Las iniciativas que no forman parte de un plan estratégico, aquéllas que son fruto de la improvisación, suelen acabar pasando factura o, por el contrario, el azar caprichoso las transforma en brillantes (en las menos de las ocasiones).


No seré yo quien se atreva a cuestionar las decisiones macroeconómicas del gobierno de la nación, no. Ingenuamente quiero suponer que nuestros dirigentes cuentan con información privilegiada y asesores que les ayudan a tomar las decisiones adecuadas. No obstante siempre me queda un lugar para la duda.


Así, las medidas fundamentales tomadas por el gobierno a fin de intentar paliar la crisis económica en la que nos hayamos inmersos, se han ceñido casi en exclusiva a los planes ZP. Una de estas iniciativas (la principal) va encaminada a revitalizar la circulación del euro a base de inversiones millonarias en infraestructuras cuando menos cuestionables. En contra de la opinión de la mayor parte de los expertos europeos, Zapatero ha apostado por este camino incierto que, puede tener parte de una estrategia sub iúdice, que me gustaría compartir, sufrido lector.


El problema es que el dinero se acaba y, si no se consigue variar el panorama, además de crisis se obtiene déficit en las arcas públicas. No en vano, El Mundo, El País, ABC y Público informaban hoy que el gobierno se ha hipotecado por 30 años al invertir 17.000 millones en obra pública (2.828.562 millones de las antiguas pesetas ¡ahí es !). Esta inversión será en líneas de AVE y carreteras que disfrutaremos todos los ciudadanos pero cabría cuestionar otras iniciativas dentro del plan FEIL delegadas a los Ayuntamientos. En esta línea sería bueno conocer cuántas personas cruzan a diario en Ontígola la vía del tren a través de la pasarela que se ha solicitado al citado Plan como una de las “prioridades” en nuestro pueblo.


Pero volvamos al tema principal. Un gasto desmesurado puede provocar sólo dos situaciones antagónicas: una catástrofe económica mayor que la actual (la previsible) o un acierto inesperado (el azar caprichoso del que hablábamos). En el primero de los casos, cabria suponer asociado un fracaso electoral como consecuencia de la mala gestión, a la vez que una situación de partida a la oposición bastante difícil (sin recursos económicos con los que ofrecer otras alternativas). En la segunda posibilidad, simplemente la flauta sonaría y ¡a seguir mirándonos el ombligo y felicitarnos por lo bien que lo hemos hecho ("trabajito bien hecho: cigarrito p’al pecho", que dice el refranero popular)!

¿Cuál es el por qué de este tema? Simplemente la similitud palpable entre el entorno nacional y el local. En ambos escenarios, la situación económica de partida fue de bonanza económica y la actual ¡vaya usted a saber cuál es! En ambos casos es difícil encontrar una cordura política; una estrategia económica que augure soluciones factibles. Por último en ambos casos, si no se soluciona la conyuntura económica actual, la situación de partida que quedará para el que venga será más que difícil.


Comenzaba esta reflexión indicando que no seré yo quien se atreva a cuestionar las decisiones económicas pero me reitero cada vez más en que siempre me queda un lugar para la duda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hombre pues yo soy una de esas personas que cruzan a diario esa pasarela,la cual agradezco,el pan me sale mas barato,ahorro en gasolina y mis piernas rozan ya la perfeccion ;p,asi que... ¡¡¡ gracias¡¡¡

Duke de Rivas dijo...

El tema en cuestión no era ése pero si a alguien le es de utilidad, le ahorra en el pan y en la gasolina y además le sirve para esculpir sus piernas ¡bienvenida sea la inversión! Claro que sí, faltaría más.