lunes, 6 de octubre de 2008

Medioevo ontigoleño


Las Fiestas que han comenzado esta semana están llenas de variedad. No puedo decir que todas las actividades me hayan gustado pero para eso están los colores: para que cada uno acuda a aquellos eventos que más le agraden. Desde concentraciones de motos pasando por bingos, verbenas y hasta excursiones han dado el color lúdico necesario en estos días a nuestro pueblo.

Creo, si bien no deja de ser una opinión personal a juzgar por el número de personas que veo en los diferentes eventos, que las fiestas son ahora más participativas que en la legislatura anterior. Con esto no me refiero al libro de fiestas que en su día se publicó con “Saludas” de todo el mundo que, en un afán de crear una publicación consensuada, degeneró una ridícula retahíla de saludos que algunos consideran que no venían a cuento.

De cualquier manera, la variedad ha brillado y eso ha hecho que todos, en alguna medida, hayamos podido disfrutar de alguna actividad pero, no obstante, si me lo permiten, quisiera realizar una pequeña llamada de atención sobre una de ellas muy concreta: el mercadillo medieval.

No sé qué extraña moda ha dado en llevar a los pueblos estos mercadillos. No digo que no sean curiosos, pintorescos pero… también se podrían traer cruzadas o paisajes cavernícolas con el mismo rigor histórico que estos montajes tienen. Ontígola tiene una larga historia (mucho más que la de la mayor parte de los pueblos vecinos, a pesar de no haber crecido conforme a “su edad”) pero no recuerdo (y si me equivoco, por favor, que alguien me corrija) que haya tenido un papel destacado en el medioevo.

Asumiendo pues lo “exótico” del asunto (el “medioevo ontigoleño”), parece que el retroceso en el tiempo se ha dado en todo menos en los precios, que han ocupado un tiempo futurista. Importes por consumiciones que duplicaban a los mismos productos que se pueden consumir a menos de 100 metros a un precio normal, han conseguido que muchos “piquemos” (en el más extenso sentido del término) una sola vez.

Estos montajes son privados, claro está pero, dado que es el Ayuntamiento (y por tanto los vecinos) quien cede el espacio para que esta gente realice su negocio ¿no sería posible regular los precios? Desde luego no se puede decir que hayan sido populares ni medievales sino, simplemente, abusivos.

Téngase esto como una crítica constructiva, entendiendo que el Ayuntamiento no obtiene nada de esto pero sí considero que el resultado hubiera sido más populoso si los precios hubieran estado en sintonía con el mercado. Poco más que añadir excepto ¡felicitar las fiestas a todos mis vecinos!

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