martes, 19 de enero de 2010

Adiós "Perla"

Sin duda éstas no han sido las mejores Navidades que recuerdo. Superado el ingenuo trance que supone asumir que los magos de Oriente no tienen el don de la ubicuidad, todo cambia. Este año me ha parecido marcado por las pérdidas. Pérdidas de amigos y conocidos, que le hacen a uno situarse en el más terrenal de los planos para comprender la temporalidad de nuestra existencia. No era mi intención escribir nada trascendente pero me veo venir.

Han sido varias las personas relacionadas con Ontígola que han fallecido en estas Navidades. Supongo que en otras también se habrán producido decesos pero o no me he enterado o no les he prestado la misma atención.

La última pérdida es de alguien conocido por todos los que, en mayor o menor medida, estamos integrados en Ontígola. “El Perla” nos dejó el pasado día 11 de una forma tan discreta que probablemente falleciera el día anterior de forma silenciosa, humilde. Alguien me dijo que murió como vivió, a “su bola”. Mi sensación es menos romántica.

Muchos han descubierto con su fallecimiento a una persona de muy escasos recursos económicos. No, por favor, no se me malinterprete: no hay nada despectivo en esta apreciación. Su modo de vida, cuando menos atípico, sin oficio ni beneficio, no le impedía relacionarse y tener buenos amigos en Ontígola. Trabajaba en lo que cada día le ofrecía, siempre correcto, no ofrecía un aspecto descuidado.

Nuestro amigo (así le consideraba) nos dejó. En una gran ciudad esto hubiera pasado desapercibido pero no aquí. Todavía tenemos “la grandeza” de ser un pueblo donde un vecino es capaz de acudir a casa de otro cuando advierte que hace días que no le ve; todavía somos capaces de establecer una colecta popular para pagar una lápida. Ojala ese espíritu no se pierda nunca aunque mucho me temo que tiene los días contados. Adiós “Perla”.

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