jueves, 21 de marzo de 2013

Año y medio. Un siglo

Año y medio desde la última aparición por este olvidado blog y me parece más de un siglo. Año y medio sin asomarme por esta minúscula ventana en la que casi no cabía, para descubrir que ahora me viene grande ¡Cuánto ha cambiado todo! Y ya no se trata de una cuestión personal (que también) sino, y en lo referente a lo que en este blog nos importa, de intentar comprender esta fotografía panorámica nacional (y, en detalle, la local de Ontígola), tanto en el ámbito político como económico.

En este año y medio hemos cambiado de presidente de gobierno (en minúsculas porque no puede ser de otro modo) y de Papa (en mayúsculas porque me da igual). Hemos pasado de la bonanza económica a una ruina cruenta que nos devora las entrañas. En contra de lo que indique el calendario, estamos en  otoño. Un otoño triste que amenaza con el peor de los inviernos a la vuelta de la esquina. Desahucios, corrupción política, paro, miseria, hambre... sí, hambre ¿quién reconoce este país?

Sí, todo ha cambiado aunque no para todos. Bien pensado, Hugo Chávez ha muerto pero ahí está su sucesor Nicolás Maduro para dar más de lo mismo; nada ha cambiado, por tanto. Urdangarín sigue sin cambiar, al igual que Bárcenas, Óscar López, Corinna Sayn-Wittgenstein o el que caza los elefantes… Pero a nosotros sí nos ha cambiado la vida ¡con un triple salto mortal!

Lo peor, quizás lo más infame, es que no se ve el final de este oscuro túnel. El estúpido de los brotes verdes hizo muchas sandeces pero la incertidumbre sobre si lo que está haciendo éste es lo adecuado, es una duda que anuda el alma. Recortes en educación, sanidad… El “otro” regaló el dinero con el “Plan E” ¡el poco que nos quedaba!  “Éste” se lo ha dado a los Bancos ¿Y nosotros? ¿Quién se encarga de nosotros?

El sentido común, como si de Pepito Grillo se tratase, dice al oído que es mejor ahorrar y ajustarnos el cinturón -tal y como comenzó haciendo Rajoy- antes que dilapidar el erario público -como hizo Zapatero- pero ¿hasta qué límite? Las medidas de recortes nos ahogan, la subida del IVA nos impide consumir, la reforma laboral nos hace sumisos… y el miedo nos rebosa a borbotones ¿con qué noticia nefasta despertaremos mañana?

Me repito, lo sé, pero es que sigo sin ver nada más que oscuridad dentro de este túnel. Las mejorías, si es que las hay, no se perciben inmerso en esta negrura. El desánimo cala hasta los huesos y la inseguridad sobre qué nos ocurrirá, congela cualquier atisbo de ilusión pasajera ¿Nos pasará como a Chipre o, más bien, como a Grecia? ¿Quizás como a Italia? Triste influjo el que arrastra la brisa del Mediterráneo.

Sí, es cierto: aquél raquítico ventanuco que es este blog, ahora se me antoja inmenso. Ha pasado más de un siglo o debo haberme equivocado de ventana, seguro, no puede haber sucedido otra cosa. En cualquiera de los casos, estoy equivocado de siglo o de ventana. Estoy equivocado siempre.