miércoles, 18 de mayo de 2011

Los deberes hechos

A escasa horas de los comicios, supongo que los diferentes candidatos estarán rematando sus respectivas campañas a la vez que realizan un examen de conciencia de los últimos cuatro años. Todas las actuaciones son objetivables pero siempre se interpretarán según el color de cristal deseado por el observador. En breve veremos el resultado de cada uno.

En estos cuatro años ha habido de todo, tanto por unos como por otros, pero lo cierto es que el peso de la política nacional va a tener una inercia en las elecciones locales, a pesar de que algún partido se empeñe en intentar separar una cosa de la otra.

La crisis, el paro, la corrupción, etc. ha hecho estragos a nivel nacional y movimientos como el inesperado 15M al que todos quieren apadrinar así lo demuestran. He de confesar que soy contrario a manifestaciones de este tipo que difícilmente cambiarán nada, si bien alabo el poder de convocatoria y la idea que subyace en los manifestantes: democracia real.

Los cambios deben realizarse en las urnas y, si ningún político merece ser avalado, es el momento de ofrecerse para liderar un partido. Reconozco el mérito incluso de aquellos a los que no votaré pero que son capaces de realizar un trabajo para estar ahí, aguantando el chaparrón.

Este año he echado en falta la candidatura de IU. La izquierda del PSOE se ha quedado vacía y una opinión crítica de este sector sería necesaria. En otras localidades la diversidad de voto ha aumentado: urbanizaciones constituidas como agrupaciones de electores, colectivos de inmigrantes... pero en Ontígola seguimos sin despegar. Ni tan siquiera partidos relativamente emergentes como UPyD tienen candidatura.

He leído dos de las tres propuestas electorales y, con el debido respeto, considero que se deberían haber trabajado un poco más. No hay nada realmente nuevo ni tangible y, en muchos casos, bastaría con cambiar las siglas para que un panfleto sirviera para uno u otro. Sólo las críticas y acusaciones mutuas los distinguen.

Estaré pendiente el domingo de los resultados pero, en confianza, cada vez me interesan menos. Me llama cada vez más la atención los brotes sociales espontáneos contrarios a tanto tejemaneje de política de salón que practican casi todos. De cualquier modo deseo que los resultados se adecuen al sentir de los ciudadanos: no olvidemos que tendremos lo que nos merezcamos durante cuatro años ¡feliz electoreta!

viernes, 6 de mayo de 2011

La campaña "Electoreta"

El reciente “Caso galgo” que muchos recordarán pone de manifiesto la necesidad de la presunción de inocencia como un modo de pensar más que como una legítima garantía del sistema. En el caso de Marta Domínguez el daño realizado será difícil de resarcir. Algo no muy diferente (y aún coleando) es el “caso del solomillo”, que afecta al mejor ciclista español del momento, Alberto Contador.

La presunción de inocencia, tras casos concretos como los citados, adquiere tintes cuasi morales: no hay modo de compensar el daño provocado. No obstante y aceptando todo lo expuesto, hay actitudes concretas que hacen cuestionarse todo este planteamiento, quizás por lo evidente aunque, por supuesto, todo es susceptible de ser aclarado ¿Dónde quiero llegar tras tanto preámbulo? Sencillo: Pedro Torrejón se vuelve a presentar encabezando la candidatura "Ciudadanos por Ciempozuelos". Ahí es nada. En libertad bajo fianza de 900.000 €, implicado en el "Caso Ciempozuelos" junto a Joaquín Tejeiro (otro ex-alcalde), ambos acusados de recalificar terrenos rústicos en urbanizables por parte de Anticorrupción. Ni conozco a este “señor” ni me interesa más Ciempozuelos que cualquier otra localidad pero lo cierto es que le hace a un cuestionarse a qué jugamos dentro de nuestro sistema político.

Por supuesto que me contradigo con su presunción de inocencia pero… ¡cuesta tanto no “intoxicarse” con la información que rezuma en periódicos, TV, Internet, etc.! Vivimos en un país donde, por gastar una broma, somos capaces de enviar a Rodolfo Chiquilicuatre a representarnos (a todos) a Eurovisión ¡y luego nos cuestionamos por qué se nos considera aún una España de charanga y pandereta!

Resulta evidente que no formar parte de uno de los dos grandes partidos nacionales no implica una mayor catadura política (vaya, que no siempre los independientes son “más buenos”). Lo cierto es que se trata de un tema de personas y no de siglas: tanto en uno como en otro extremo de nuestro asumido bipartidismo, se podrían encontrar tristes ejemplos de corrupción.

Para bordar el panorama, anoche fue legalizado Bildu por el Tribunal Constitucional (TC) con seis votos a favor y cinco en contra. A nadie escapa el discreto detalle de que los magistrados del TC son cargos propuestos por el Gobierno.

La legislación garantiza el exquisito cumplimiento de todas las garantías democráticas como debe ser de otro modo y mientras, a los ciudadanos de a pie, nos crecen los enanos con nuestros representantes políticos.

Pero, a fin de cuentas ¿qué más da? Seguimos teniendo futbol y toros: visto lo visto ¡Comencemos con la campaña “Electoreta”!